junio 18, 2025

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Coravin y la revolución del vino por copas, el legado de Greg Lambrecht

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Pocas veces un invento logra transformar una tradición milenaria como lo ha hecho Coravin en el mundo del vino. Su creador, Greg Lambrecht, ingeniero por el MIT y con una sólida trayectoria en el ámbito de la tecnología médica, ha conseguido integrar precisión científica y sensibilidad enológica en un solo dispositivo: Coravin Timeless. Diseñado para servir vino sin extraer el corcho, este sistema ha cambiado por completo la forma en que profesionales y amantes del vino disfrutan de cada copa, permitiendo degustar sin comprometer la calidad ni la conservación del resto de la botella.

Hoy, una década después de su lanzamiento y con presencia en más de 60 países, Coravin se ha consolidado como un estándar en innovación enológica.

Conversar con Greg Lambrecht es adentrarse en una visión donde la tecnología, la pasión por el vino y el espíritu emprendedor se funden en un relato único.

¿Cómo surgió la idea original de Coravin y cuándo te diste cuenta de que tenía el potencial de revolucionar la industria del vino?

La idea de Coravin nació de una necesidad muy personal. Mi esposa estaba embarazada y no bebía vino, pero yo quería disfrutar de una copa sin abrir toda la botella. En ese momento dirigía mi propia empresa de dispositivos médicos y tenía experiencia en el diseño de agujas que causaban un daño mínimo. Recuerdo que estaba en la cocina, sosteniendo una botella de vino, y pensé: “Tiene que haber una manera de sacar vino con una aguja sin quitar el corcho”. Así nació el concepto. Durante los años siguientes, fabriqué varias versiones que compartí con amigos. Lo único que pedía a cambio era una opinión honesta, lo que resultó esencial para perfeccionar el invento. Once años después del primer prototipo, en 2013, lancé oficialmente el sistema. Sabía que encajaría en el uso doméstico, pero no imaginaba su impacto en el sector profesional.

Coravin Timeless ha transformado la experiencia del vino por copas. ¿Cuáles fueron los principales retos tecnológicos y de mercado durante su desarrollo?

El desarrollo del dispositivo planteó dos grandes retos. El primero, de ingeniería: diseñar un regulador capaz de reducir la presión de las cápsulas de argón —unos 2.850 psi— hasta una salida suave de solo 24 psi, algo que no existía en productos de consumo. El segundo, convencer al sector de que realmente funcionaba. Hicimos decenas de catas a ciegas con profesionales, utilizando botellas accedidas entre meses y cinco años antes. Que no pudieran notar la diferencia fue clave para la aceptación de Coravin por parte del mundo del vino.

Vienes del campo de la tecnología médica. ¿Qué aprendizajes aplicaste al mundo del vino y a la creación de Coravin?

Sin duda, el diseño de agujas que atraviesan el corcho sin dañarlo viene de ese entorno. También fue crucial el enfoque riguroso de los ensayos clínicos ciegos, que usé para validar que el vino se conservaba intacto. Y, sobre todo, la ética médica de prometer poco y entregar más. Mientras otros sistemas ofrecían grandes promesas y resultados pobres, Coravin ha superado siempre lo que anunciamos, ganándose así la confianza del sector.

¿Qué importancia tiene la ingeniería en la evolución de un producto como Coravin, que combina precisión, durabilidad y sensibilidad enológica?

La ingeniería es esencial. Lo primero es la seguridad, ya que se trabaja con alta presión. Cada componente que entra en contacto con el vino debe ser seguro para alimentos y no alterar su perfil aromático. Elegimos materiales cuidadosamente para que el vino se mantenga tal como el enólogo lo concibió. Además, la durabilidad es clave: el dispositivo está diseñado para resistir caídas, uso intensivo y entornos exigentes. Lograr esa combinación de seguridad, resistencia, estética y facilidad de uso requirió innumerables prototipos y pruebas. Esa es la razón por la que Coravin ha alcanzado el nivel de confianza del que goza hoy.

Desde su lanzamiento, Coravin ha ampliado su gama para incluir soluciones para vinos espumosos. ¿Qué impulsa esta diversificación continua?

Desde el primer momento me preguntaron si el sistema funcionaría con espumosos. Durante ocho años probé cientos de ellos, enfrentando diferentes formas de botella y niveles de presión. El avance vino con un tapón universal y un cargador de CO₂ que permite conservar la efervescencia hasta cuatro semanas. Me apasiona encontrar soluciones a necesidades reales. Escuchar al cliente y resolver problemas complejos es lo que impulsa la evolución de Coravin y sus nuevas líneas de producto.

Más allá de la innovación técnica, ¿cómo ha cultivado Coravin relaciones con profesionales del vino para generar confianza y fomentar su uso?

Desde el principio salimos al mercado a hablar con productores y sumilleres, pidiéndoles que probaran el sistema ellos mismos. A la vez, realizamos pruebas a ciegas para demostrar su eficacia. Cuando los mejores expertos no distinguían entre una botella recién abierta y otra previamente accedida con el dispositivo, se convertían en verdaderos embajadores de Coravin.

En los últimos años, el consumo de vino se ha orientado hacia experiencias más personalizadas. ¿Qué papel ves al sistema en el futuro del consumo de vino?

Hoy los consumidores quieren beber menos, pero mejor. Hay una mayor curiosidad, un deseo de explorar sin tener que abrir una botella entera. Esta tecnología permite precisamente eso: libertad para disfrutar de una copa sin comprometer el resto. También ha transformado la hostelería: ahora los sumilleres pueden ofrecer grandes vinos por copas sin miedo al desperdicio, creando experiencias más dinámicas y adaptadas al gusto de cada cliente. Esa flexibilidad es el gran valor que Coravin aporta al futuro del vino.

Además de tu labor en Coravin, lideras Intrinsic Therapeutics. ¿Cómo compaginas ambos proyectos y qué similitudes estratégicas encuentras entre ellos?

Divido mi tiempo de forma equilibrada entre los dos. Ambos mejoran vidas, aunque de maneras distintas: uno aporta salud y la otra calidad de vida a través del placer del vino. Para mí, el verdadero valor está en cuántas personas puedes impactar positivamente con tus invenciones. Tanto en el campo médico como con Coravin, he encontrado una satisfacción profunda por ayudar a mejorar la experiencia diaria de la gente.

Más de una década después de la creación de Coravin, ¿cuál consideras que es tu legado personal en el mundo del vino y la innovación?

Desde el inicio quise ampliar las formas de disfrutar del vino, no sustituir sus tradiciones. Creo que lo hemos conseguido. Esta tecnología ha permitido a profesionales y aficionados explorar, servir y vender vino de una forma nueva. Se sirve una copa con el dispositivo cada segundo en algún lugar del mundo. Que Coravin forme parte de tantos momentos especiales es, para mí, el verdadero legado.

Coravin está presente en más de 60 países. ¿Cómo ha sido el proceso de internacionalización y qué mercados han respondido con más entusiasmo a la marca?

El sistema ha sido acogido con entusiasmo allá donde hay pasión por el vino: desde Australia hasta Japón. En mercados como Australia, donde se valora la innovación, el recibimiento fue inmediato. En otros más tradicionales, como Francia o el sur de Europa, la adopción fue más gradual, pero igual de sólida con el tiempo. En Borgoña, por ejemplo, donde los vinos son escasos y valiosos, la necesidad de preservar cada botella ha facilitado su integración. En Japón, con miles de bares pequeños deseando ofrecer más variedad sin desperdicio, Coravin encajó de forma natural. Incluso estamos explorando su uso en bebidas como el sake.

Greg Lambrecht representa una nueva generación de inventores que no solo conciben soluciones tecnológicas de alto impacto, sino que también logran establecer vínculos duraderos entre la innovación y la experiencia humana. Su trayectoria con Coravin demuestra cómo la pasión, el conocimiento técnico y una visión clara pueden transformar industrias enteras. En un mundo donde la sostenibilidad, la precisión y la experiencia marcan la diferencia, su enfoque sigue marcando un antes y un después en la forma de entender el vino.